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EL ESLABÓN MÁS DÉBIL.

Posted by La Escuela

EL ESLABÓN MÁS DÉBIL
Dicen que en la selva el león es el rey y que el eslabón de la supervivencia se rompe por la parte más débil y que es éste quien tiene todas las de perder en la pelea con los grandes gallos del corral. Este concepto tan manido puede asemejarse a lo que se vive hoy en día en Euskadi con algo tan sencillo y banal como es
el deporte de base.

Vivimos tiempos de pandemia. Tiempos en los que existen dudas, miedos, pocas certezas y comunicaciones variopintas que no consiguen más que crear incertidumbre, desilusión, poca esperanza, impotencia y una frustración como la que no se había sentido antes. Los que tienen el poder no aciertan o, más bien, no
logran explicar ni hacer entender al pueblo llano qué se puede hacer y qué no, cuándo se permite esto y no aquello. Un caos. Ayer volvíamos a tener noticias de buenas nuevas. “La hostelería está de vuelta”. Y tan buenas noticias son que miles de personas puedan volver a sus trabajos y profesiones. Qué duda cabe. A fin de cuentas, el último mes estaba en portada de prensa habitual. No era el eslabón más débil, obviamente…

Innumerables ocasiones a lo largo de la historia reciente (y no tan reciente) han sido las veces que el deporte ha sido considerado en nuestra Comunidad Autónoma como un motivo de orgullo y satisfacción (como diría en sus días de gloria el ahora controvertido ”emérito”…) para las instituciones de turno en las ocasiones que le ha interesado. L@s deportistas vasc@s históricamente han dado alegrías y han sido ejemplo por todo el mundo de representar unos valores que identifiquen a esta tierra sobre el resto del planeta en el que moramos. Desde edades tempranas comenzaron un recorrido que les llevaron desde sus inicios en clubes humildes hasta la élite. Es ahí donde tuvieron visibilidad, voz y capacidad de mostrar su valía a todos los seguidores. Eso tiene un precio, siempre lo ha tenido. El trabajo desde los cimientos, guiados por anónimos entrenadores que les iniciaban en sus primeros pasos con mucho empeño y escasos medios para llevar adelante su labor les dio el primer impulso para alcanzar sus sueños o propósitos en el futuro, seguramente guiados por unos valores que les acompañaron hasta llegar a la meta
correspondiente.

Sin embargo este hecho parece que se convierte en estos últimos meses en una carga pesada, una rémora, donde se descargan todas las culpas y las frustraciones de todos aquellos que, sin duda ninguna, deben tomar decisiones difíciles y complicadas en estas fechas. “El deporte no ha parado” – dirán algunos – “ya
tienes a los profesionales en la tele” – proseguirán. Correcto. Las pesetas son las pesetas. El negocio en definitiva. Obviamente, esos tampoco son el eslabón más débil…

¿El deporte escolar tendrá la culpa? Seguramente, podría ser, qué más da, realmente nadie lo sabe y eso es lo más triste. Meses esperando con paciencia el paso de la primera ola, otros dos meses cumpliendo los famosos protocolos sin apenas contagios registrados, con los clubes reorganizándose y trabajando más que nunca para cumplir con lo establecido por los gobernantes, logrando los objetivos solicitados, estudios en los que se demostraba la nula relación de los contagios en el mundo del deporte base vasco pero,… tampoco podrá ser. Y eso que nos dicen que habrá que entrenar en grupos de 6, las famosas burbujas ( por qué no 7, 5,10,3… ). Un sinsentido. Este próximo fin de semana una familia podrá entrar a cualquier establecimiento de hostelería (bendita hostelería) pero en el deporte base no se activará hasta Enero. Si es que logra activarse, porque parece que las Navidades otorgan la potestad para saltarse el protocolo por parte de las autoridades, a través del desplazamiento de movilidad, cenas familiares y allegados si fuera el caso. Lo dicho, digno de cualquier libro de Kafka. Esta situación recuerda a aquel gag del añorado Gila sacando su bandera blanca y con el teléfono fijo en mano:” es el enemigo?, ¿podrían parar la guerra un momento?” tremendo.

El fútbol base seguirá parado hasta no se sabe cuándo. Porque parece que no importa. Será que no genera dinero. Será que su práctica es nociva. Será que no genera inmunidad al organismo. Será que no evitará que los clubes ocupen el tiempo de los más pequeños en una actividad adecuada. Es mejor ir al parque. Vaya, qué olvido, esos parques que en anteriores meses eran territorio comanche para cualquier ser humano, ahora es lugar de encuentro de mayores y no tan mayores. Curioso.

Alguien tiene que pagar los platos rotos. Y ese … sí, siempre será el eslabón más débil.

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